martes, 17 de febrero de 2009

Día de campaña

Un día, mientras camina tranquilamente por la calle, un dirigente de un importante partido político es trágicamente atropellado por un camión muriendo en el acto. Su alma llega al Cielo encontrándose a la entrada con San Pedro en persona.
--Bienvenido -le dice San Pedro-. Antes de que te acomodes, parece que hay un problema. Verás, muy raramente un alto político ha llegado aquí y no estamos seguros de qué hacer contigo. Lo que haremos será hacerte pasar un día en el Infierno y otro en el Paraíso, y luego podrás elegir dónde pasar la eternidad.
Y con esto, San Pedro acompaña al político a un ascensor que baja directamente hasta el Infierno mismo. Al llegar, las puertas se abren, y se encuentra justo en medio de un verde campo de golf. A lo lejos hay un club, y de pie, delante de él, están todos sus amigos políticos que habían trabajado con él, todos vestidos con traje de noche y muy contentos.
Corren a saludarlo, lo abrazan y recuerdan los buenos tiempos en los que se enriquecían a costa del pueblo.
Juegan un agradable partido de golf y luego, por la noche, cenan juntos en el Restaurante del club, con langosta como plato principal.
Comparten la noche con hermosísimas y liberales jovencitas. Se encuentra también al Diablo, que de hecho es un tipo muy simpático y se divierte un horror bailando y contando chistes.
Lo está pasando tan bien que, antes de que se dé cuenta, es ya hora de marcharse. Todos le dan un apretón de manos y le saludan efusivamente mientras se monta en el ascensor que sube y sube y se reabre a la puerta del Paraíso donde San Pedro le aguarda.
--Ahora es el momento de pasar al Paraíso.
Así que el político (inescrupuloso, ciertamente), pasa las veinticuatro horas siguientes saltando de nube en nube, tocando el arpa y cantando alegremente. El día pasa y San Pedro va a buscarlo.
--Ya has estado un día en el Infierno y otro en el Paraíso, ahora debes elegir tu eternidad.
El hombre reflexiona un momento y responde:
--Bueno, el Paraíso ha sido precioso, pero creo que he estado mejor en el Infierno.
Así que San Pedro le acompaña de nuevo hasta el ascensor, y otra vez baja y baja hasta llegar al Infierno. Cuando las puertas se abren, se encuentra en medio de una tierra inhóspita cubierta de excremento y desperdicios. Ve a todos sus amigos vestidos con trapos, recogiendo los desperdicios y metiéndolos en bolsas negras. El Diablo lo alcanza y le pasa un brazo por los hombros.
--No entiendo -balbucea el político-. Ayer estuve aquí y había lindas mujeres, un campo de golf y un club, comimos langosta, bailamos y nos divertimos mucho. Ahora todo lo que hay es un terreno desértico lleno de porquerías…, y mis amigos parecen unos miserables.
El Diablo lo mira, sonríe y comenta:
--Ayer, estábamos en campaña. Hoy, ya votaste.

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